En este blog hemos hablado en múltiples ocasiones del buen hacer de Suiza en cuanto a educación, política o investigación. Son ya décadas, incluso siglos, los que ha empleado este país en innovar y progresar. Semillas plantadas en el pasado que han servido para que hoy haya florecido este saludable bosque a la sombra de los Alpes.
Y no lo decimos nosotros: Según la última edición del Índice Mundial de Innovación (Global Innovation Index), la prestigiosa lista que, desde hace catorce años, clasifica el rendimiento del ecosistema de innovación de 132 países, Suiza es el país más innovador del mundo, por delante de Suecia y EE.UU.
Para determinar las posiciones, la World Intellectual Property Organization, entidad encargada de elaborar este estudio, se basa en 81 indicadores diferentes, como las instituciones del país, el capital humano y la investigación o las infraestructuras, pasando por la inversión, los nexos internacionales, la creación, la difusión del conocimiento y los procesos creativos.
Valoran, en definitiva, las inversiones en ciencia e innovación, el progreso tecnológico y el impacto socioeconómico.
Son varios los motivos en este sentido que han permitido que la República Helvética lidere esta prestigiosa clasificación, en un año en que los sectores innovadores de la economía mundial se han mantenido fuertes, a pesar de lo graves trastornos que ha supuesto la pandemia por Covid-19.
En primer lugar, Suiza no es solo un lugar idóneo para la innovación, tal y como hemos visto en este blog con la prestigiosa posición de sus universidades. Es, además, un terreno fértil para la creación, con muchas facilidades para potenciar la creatividad.
Esto se debe, en buena parte, a la importante inversión que cada curso se hace en investigación y desarrollo. Factor que, unido a la altísima formación de sus recursos humanos, gracias también a la apuesta decidida por ello, da como resultado un sector de I+D a la cabeza del mundo (no en vano, Suiza ha liderado el mundo en innovación durante la última década).
También han influido en esta clasificación su entorno político estable, el equilibrio normativo del que goza el país y sus infraestructuras.
Suiza ha demostrado, por tanto, poseer un sistema de innovación dinámico, combinado con la eficiencia para convertir los «insumos» (todo aquello susceptible de dar servicio y paliar necesidades del ser humano) de la innovación en «productos» con un rendimiento equilibrado y sólido.
¡Enhorabuena!
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