La Pascua tiene muchas costumbres que, aunque algunas son comunes en muchos países, otras son intrínsecas de cada nación. Es el caso de Suiza, que tiene una gran cantidad de hábitos típicos de esta época.
Es importante dejar claro que cada cantón tiene peculiaridades propias, pero las que aquí vamos a tratar están extendidas por todo el territorio. Y es que no hay ninguna casa, tienda ni comercio suizo que no esté decorada desde una semana antes con los coloridos conejitos y huevos de chocolate. La Pascua implica también la llegada de la primavera, motivo por el cual el cuco trae esos huevos, que a continuación depositará en la también imprescindible cesta.
El domingo de Pascua es uno de los momentos preferidos por los más pequeños, ya que se esconden dentro de la casa los mencionados huevos, así como dulces y otros juguetes. Cuando los niños se despiertan, llega el momento de “cazarlos” y, quien más consigue, se convierte en el ganador, recibiendo regalos como los deliciosos conejitos de chocolate.
También puede que les toque alguno de los pasteles típicos de Pascua, los ‘Osterchüechli’, elaborados con arroz o sémola. En algunos pueblos, en esta época también hay regalos para los más mayores y es habitual obsequiarse con vino, queso y pan fresco, como refuerzo de la amistad entre los vecinos.
También es costumbre confeccionar un pequeño árbol de Pascua o ‘Osterbäumli’, elaborado con ramas de un árbol que son colocadas en un jarrón para, a continuación, decorar también con huevos de pascua. Unos huevos cuya decoración es una parte fundamental de la Semana Santa, que son pintados a mano con infinidad de colores que representan la llegada del buen tiempo.
En todo caso, la Semana Santa en Suiza es sobre todo una celebración familiar. Por eso, se organizan juegos para todos los miembros, como el ‘Eiertütschen’, que consiste en romper el huevo de un oponente sin romper el propio. La recompensa no podría ser más apetecible: comerse el huevo.
Igual de divertido es el ‘Zwänzgerle’, que se suele reservar para el Lunes de Pascua. En este caso hace falta un huevo de chocolate y una moneda: los padres intentan romper con la misma los dulces de sus hijos. Si lo consiguen, pueden comérselo, pero si fallan… entonces son los niños los que tiene derecho a quedarse con esa moneda.
Son, como vemos, días para disfrutar y compartir, además de satisfacer nuestro paladar con el dulce chocolate. Jornadas que volveremos a pasar en casa, a la espera de volver a disfrutar de todas estas tradiciones junto a todo el mundo.