La educación suiza está reconocida como una de las mejores del mundo. Sus métodos pedagógicos o la calidad de sus instituciones son algunos de los motivos por los que esta enseñanza, que aplicamos en el Colegio Suizo de Madrid, goza de un sobresaliente reconocimiento.
Pero antes de convertirse en una referencia hay que pasar por muchas etapas y, por supuesto, también hay un germen. Y uno de los artífices de que podamos hablar es estos términos es Johann Heinrich Pestalozzi.
Nacido el 12 de enero de 1746 en Zúrich, Pestalozzi fue un destacado pedagogo y educador que dedicó las últimas décadas de su vida a reformar los enfoques educativos empleados por las escuelas y abogó por la inclusión de niños con bajos recursos en el currículo educativo.
Sus primeros acercamientos a la enseñanza fueron tardíos, ya que se produjeron en 1780, cuando comenzó a despuntar también como escritor. Durante un período de 18 años, publicó numerosas obras, hasta que en 1797 decidió poner fin a su carrera literaria y convertirse, al año siguiente, en educador.
Durante años, Pestalozzi envió solicitudes al gobierno suizo para expresar su opinión sobre los métodos de enseñanza empleados y para proponer nuevas estrategias. Sus sólidos principios se basaban en varias premisas, como que a educación es clave para abordar la pobreza y las contradicciones sociales, que los niños no deben recibir conocimientos preconstruidos, sino que deben aprender a partir de la actividad personal y que el acceso a la educación debe ser equitativo para niños y niñas.
También defendía que la educación debe ser un proceso social que se inicia en el hogar y continúa en la escuela, y que el deporte y el ejercicio son fundamentales para desarrollar la fortaleza y resistencia física de los estudiantes.
Después de enviar solicitudes al gobierno y trabajar como responsable máximo de un orfanato, en 1800 recibió la propuesta de Hermann Krüsi, un joven maestro, para colaborar juntos en la educación de un grupo de niños. A partir de entonces, el nombre de Johann Heinrich Pestalozzi comenzó a ganar importancia, ya que en tan solo ocho meses logró que niños de seis años aprendieran a leer, escribir, dibujar e incluso entender aritmética.
Gracias a los resultados obtenidos, Pestalozzi fue trasladado a una escuela con estudiantes más avanzados y, finalmente, logró establecer su propia escuela. Sin embargo, aún tuvo que esperar algunos años más para que su institución recibiera el reconocimiento como una institución nacional y así cumplir su sueño de educar a niños sin recursos en sus propias instalaciones.
Muchos de sus preceptos fueron tan efectivos que se han continuado hasta nuestros días. De hecho, la pedagogía junto al plan de estudios 21 de Suiza del CSM se basa en sus preceptos y confiamos en su principio “cabeza, corazón, mano”, para promover la naturaleza integral de los aspectos cognitivos, afectivos y psicomotrices en el desarrollo. Para ello, los niños y jóvenes necesitan procesos de aprendizaje centrados en experimentar, descubrir y explorar. Estos aspectos redondean una educación académica y personal de excelencia.