La personalidad conforma la seguridad en uno mismo y emana de múltiples virtudes que el CSM ha sabido inculcar con constancia en sus diferentes generaciones para forjar la base de los líderes silenciosos del futuro.
En primer lugar, la humildad para permanecer abierto a todo lo que nos rodea. Aprender todos los días de las cosas más pequeñas, así como de todas las personas en nuestro entorno, evitando creer que uno siempre está en posesión de la verdad. En segundo lugar, el cultivo de la modestia, que fortalece el criterio propio y anula la soberbia. Y, por último, el humor.
La sutileza de combinar estas virtudes reside, además, en la difícil tarea de conocer y tratar tus propias debilidades y de aprender de los errores.
El criterio propio que cada alumno desarrolla individualmente en el CSM, basado en el aprendizaje continuo y la apertura de miras, es lo que nos permite tomar decisiones y afrontar las consecuencias con integridad. Así se logra ensamblar la seguridad en uno mismo, que permite a los demás entender que se pueden apoyar en ti, encauzando la suficiente fuerza para no dejarse doblegar fácilmente, pero sin avasallar ni despreciar al otro.