Ser humilde en la vida es una forma de alcanzar una armonía con nosotros mismos y con los que nos rodean y contribuye a nuestra felicidad.
Ni el puesto de trabajo ni la posición económica son valores reales que nos permiten determinar la valía de alguien. Es preferible fijarse en cómo se comunica una persona y en cómo trata y se relaciona con sus prójimos.
Reconocer nuestros errores nos hace crecer como personas, además de hacernos ganar humildad. Descubrir que no poseemos la verdad absoluta acerca de nada nos acerca a los demás y nos hace entender diferentes posturas y opiniones sobre distintos aspectos de la vida, lo que nos enriquece y mejora nuestras relaciones sociales.
“Procura ser tan grande que todos quieran alcanzarte y tan humilde que todos quieran estar contigo”. Mahatma Gandhi.