Todos nosotros guardamos en el recuerdo esas pizarras, Rotrings, cuadernos de deberes y los relojes “Rolex” de aquellas aulas. Esa mezcla enriquecedora de dos culturas y dos lenguas -como son la alemana y la española- compartidas en nuestra juventud, lograron que, incluso dentro de la excelente educación escolar de historia, geografía o ciencias, al ser tan diversa, mejorara y se perfeccionara.
Como futuras mujeres y futuros hombres, bajo la atenta participación de nuestros padres, aprendimos a respetar el medio que nos rodeaba y a intentar siempre ser felices. Ese crisol de culturas ayudó a buscar la innovación, aprendiendo de todos nosotros a ser tratados todos por igual en nuestra diversidad.
Compartimos valores como el honor y a no juzgar a las personas por su categoría social. Y aquellos años en el Colegio Suizo de Madrid me han seguido en la vida hasta hacerme quien soy en la actualidad, sin olvidar nunca a mis compañeros y a los profesores que guiaron mi aprendizaje.