Suiza es un país reconocido por cientos de motivos, como sus paisajes, el delicioso chocolate, la puntualidad o, por supuesto, sus relojes.
El país centroeuropeo alberga muchas de las firmas más prestigiosas de este artículo de precisión y su influencia ha traspasado fronteras. Tanto es así que un ingeniero helvético, Hans Hilfiker, es el «responsable» de que los minutos de los relojes del Metro de Málaga duren solo 59 segundos, tal y como hemos leído recientemente en el periódico El Debate.
En primer lugar queremos dejar claro que no se trata de un fallo, sino de una decisión que se tomó hace décadas para garantizar la sincronización horaria en cada red, y que hoy en día se mantiene (aunque sin repercusiones reales, ya que los relojes ahora funcionan con señales satelitales de precisión exacta) como homenaje a la mencionada puntualidad y un reconocimiento al valor relativo del tiempo y la tranquilidad, que las prisas no son buenas.
Un reloj para marcar todas las horas
Era 1944 cuando se encargó al mencionado Hilfiker diseñar los relojes de los andenes de las estaciones de Suiza, creando el icónico reloj de estilo neutro y minimalista, con rayas negras sobre fondo blanco, y un círculo rojo para los segundos.
Sin embargo, además de ser bonito, tenía que ser útil y, por tanto, ser capaz de sincronizar todos los relojes de las estaciones de tren del país para asegurar la puntualidad del servicio ferroviario. ¿Cómo conseguirlo? A través de un «reloj maestro» que enviara impulsos a través de un cable de teléfono desde la sede en Zúrich.
Una vez superada esta barrera, y cuando todo parecía ir, nunca mejor dicho, sobre raíles, llegó la introducción del segundero y con ella el nuevo desafío de evitar que las posibles oscilaciones en las frecuencias de la red eléctrica suiza afectaran la puntualidad. A grandes males, grandes remedios; la solución del ingeniero fue acelerar el segundero, completar cada vuelta en 58,5 segundos y detenerlo en la posición de las 12:00 horas, hasta que un nuevo impulso eléctrico iniciara el siguiente minuto.
Un sistema que, aunque implicaba «robar» algo de tiempo, resultó ser muy efectivo. Tanto que se expandió por todo el mundo, llegando a países como Bélgica, Dinamarca, Alemania, Suecia o, por supuesto, España, y se estableció como un modelo general, siempre con pequeñas variaciones en el diseño… pero con esa curiosa triquiñuela técnica.
Sin embargo, hoy en día, solo los metros de Londres y Málaga siguen marcando los minutos de esta manera tan particular, y en el caso español los relojes se distinguen de los suizos solo por un detalle de diseño: en los malagueños, aparecen números en lugar de líneas.
Foto: Metro de Málaga