En un contexto marcado por debates internacionales sobre la necesidad de reformar el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Suiza ha asumido la presidencia de este órgano. La nación alpina ha sucedido a Eslovenia en el cargo, convirtiéndose en el país encargado de liderar el principal ente global que vela por la paz y seguridad del planeta. Esta presidencia, que rota mensualmente entre los 15 miembros del Consejo, llega en un momento lleno de tensiones a nivel internacional.
El Consejo de Seguridad de la ONU fue creado en 1945, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, con el objetivo de garantizar la paz mundial y evitar la repetición de conflictos de esa magnitud. Su estructura actual refleja el equilibrio de poder de aquella época, con cinco miembros permanentes – China, Francia, Rusia, el Reino Unido y los Estados Unidos – que tienen el privilegio de contar con poder de veto sobre las resoluciones adoptadas por el Consejo. Además de estos cinco países, existen 10 miembros no permanentes, seleccionados de diferentes regiones del mundo, que ocupan sus puestos por un periodo de dos años.
Suiza, que es uno de los actuales miembros no permanentes del Consejo, finalizará su mandato en diciembre de 2024. Este es el primer periodo de Suiza como miembro no permanente del Consejo de Seguridad desde que se unió a la ONU en 2002. La presidencia que acaba de asumir es parte de la rotación habitual que sigue un estricto orden alfabético en inglés, y su rol principal será coordinar las discusiones y facilitar la adopción de resoluciones sobre temas críticos de seguridad internacional.
Reformas urgentes y subrepresentación
En paralelo con la presidencia suiza, los debates sobre la reforma del Consejo de Seguridad se han intensificado. Numerosos países y bloques regionales consideran que la estructura actual no representa adecuadamente el mundo del siglo XXI. En particular, se reclama una mayor representación de regiones que se consideran infrarrepresentadas, como África, América Latina y la región Asia-Pacífico. Estos sectores argumentan que, en un sistema que otorga gran peso a las decisiones del Consejo de Seguridad, es necesario incluir más voces y perspectivas para reflejar mejor la diversidad global.
El diseño del Consejo, con su poder de veto exclusivo para cinco países, se ha mantenido prácticamente sin cambios desde la década de 1940, lo que refuerza la percepción de que responde a una realidad geopolítica ya superada. Durante las últimas décadas, las potencias emergentes han exigido una mayor participación, en particular a través de la asignación de escaños permanentes para sus regiones. Países como Brasil e India, así como bloques africanos y latinoamericanos, han impulsado propuestas para modificar el órgano, ya que consideran injusto su actual reparto de poder.
Los retos de la presidencia de Suiza y la composición actual
La presidencia del Consejo de Seguridad, aunque simbólica en términos de liderazgo, otorga a Suiza una plataforma importante desde la que coordinar las discusiones y tratar de construir consensos entre los miembros. Esto incluye tanto los temas de seguridad inmediata, como las crisis geopolíticas, como los debates a largo plazo sobre la reforma del propio Consejo. La tarea no es fácil, ya que las diferencias entre los miembros permanentes suelen ser notables, en particular debido a los vetos que frecuentemente ejercen China, Rusia y Estados Unidos.
El Consejo de Seguridad está compuesto actualmente por los cinco miembros permanentes con poder de veto mencionados, y por otros 10 miembros no permanentes que son elegidos regionalmente. Este año, Argelia, la República de Corea, Guyana, Sierra Leona y Eslovenia iniciaron su mandato, que se extenderá hasta 2025. Por otro lado, Ecuador, Japón, Malta, Mozambique y Suiza concluirán su mandato no permanente en diciembre de 2024.
Las resoluciones adoptadas por el Consejo de Seguridad son legalmente vinculantes para todos los estados miembros de la ONU, lo que convierte a este órgano en el más poderoso dentro del sistema de Naciones Unidas. La capacidad del Consejo para imponer sanciones, autorizar intervenciones militares y establecer misiones de paz lo sitúa en el centro del sistema de gobernanza internacional.
Con su presidencia, Suiza tiene la oportunidad de mostrar su compromiso con la paz y la diplomacia multilateral, en un momento en el que es más necesaria que nunca.
Foto de Mathias Reding en Unsplash