Ana Torre Brändle, Alumni del CSM, nos hace una retrospectiva de sus 12 primeros meses en la ciudad suiza, donde estudia en la ETH.
Llevo ya diez meses viviendo en Zürich, dos semestres, casi un año. Ha sido un curso que para mí ha pasado muy rápido, y que he disfrutado muchísimo. Ahora que han acabado las clases y aún no han empezado los exámenes del segundo semestre, es un buen momento para reflexionar un poco sobre este último año.
Lo primero que me viene a la cabeza y que parece natural preguntar es: ¿Me arrepiento de haber venido a vivir aquí? La respuesta es rotundamente no.
Antes de mudarme a Zürich no tenía expectativas claras (ni buenas ni malas) de cómo iba a ser esta experiencia. Lo único que sabía es que estaba nerviosa y que podía no salir bien. Había escuchado que era una experiencia muy dura, que mucha gente se volvía después de un año… Con eso en la cabeza, he de decir que todo me ha sorprendido para bien desde el primer día. Tanto la ciudad, como las personas y la universidad han sobrepasado las pocas expectativas iniciales que tenía.
No voy a mentir, ha sido un año intenso. La universidad es dura, hay que trabajar mucho, y durante el curso ha habido momentos de estrés y preocupación. Pero han sido mínimos en comparación con los buenos momentos que he vivido. En resumen, ha valido totalmente la pena.
Comparación con el año anterior
Si comparo este año con el último año de colegio, ha habido muchísimos cambios. Evidentemente, el más importante es que ya no vivo en casa con mis padres. Hay cosas que antes hacían ellos, y este curso he tenido que aprender a hacer por mí misma (por ejemplo, pagar mis facturas o hacer mi declaración de la renta). Ha cambiado también la forma en la que me organizo. En la universidad, en comparación con el colegio, hay una gran carga de trabajo. Aunque tengas muchas menos asignaturas, éstas son más densas en cuanto a temario, por lo que hay que dedicarles más tiempo que en el colegio.
Cuando llegué a Zürich en septiembre, todos estos cambios ,de golpe, me chocaron un poco; pero, poco a poco, aprendes y te vas acostumbrando. Ahora pienso que hace diez meses ni siquiera sabía matricularme en las asignaturas y ahora me parece una tontería. Por ello, pienso que el curso que viene será más fácil en muchos sentidos. Hay muchas cosas que ya se cómo funcionan, he aprendido a estudiar mejor, ya no me pierdo en la universidad…
El curso que viene
De cara al año que viene, como ya he dicho, creo que será todo más fácil. El primer año de universidad es duro para todos, sea donde sea. Ahora que ya estoy acostumbrada y adaptada, estoy convencida de que los estudios irán mejor y estaré menos agobiada, aunque los exámenes sigan siendo difíciles.
Evidentemente, sigo echando de menos muchas cosas de Madrid, del cole, y de mi casa. Aun así, he aprendido a valorar las cosas que tengo y lo bueno que tiene vivir y estudiar aquí. He conocido también mucha gente diferente a mí y he vivido cosas que nunca habría experimentado si me hubiese quedado en España.
En definitiva, ha sido un año intenso y difícil en cuanto a los estudios, pero ha merecido totalmente la pena. Ahora toca estudiar duro para los exámenes de agosto y disfrutar de lo que queda de curso.
Para los alumnos del CSM que estén pensando estudiar en Zürich
Al acabar el colegio yo tenía muchas dudas y no estaba del todo segura de querer estudiar fuera de España. Ahora me doy cuenta de que no debería haber dudado tanto. Si estáis pensando en venir a estudiar a Zürich, o en general fuera de España, mi consejo es que no lo dudéis.
Salir de tu zona de confort no es fácil para nadie, pero la experiencia merece mucho la pena. Los primeros días son intensos y difíciles, pero también llenos de buenos momentos y experiencias. Viviendo en otro país, descubres muchas cosas y adquieres una perspectiva diferente de la vida.
Es importante apoyarse en gente que está pasando por lo mismo que tú. De mi clase del Colegio fuimos muchos, y durante las primeras semanas nos veíamos a menudo. Al fin y al cabo, todos éramos nuevos en la ciudad, y tranquiliza mucho que otra gente tenga problemas similares a los tuyos. También se hacen amigos rápido que te pueden ayudar. Yo, por ejemplo, conocí a mucha gente que lleva ya uno o dos años viviendo en Zürich, y que me podían dar consejos y ayudar con lo que necesitase.
En resumen, irse a vivir a otro país es una experiencia enriquecedora, que te hace crecer tanto académica como personalmente. Y si después del primer año te das cuenta de que no es lo tuyo, no pasa nada. Siempre puedes volver. No es un año perdido, sino un año invertido en experiencias.